No hace falta entreabrir los cerrojos,
ya han claudicado,
no hay esposas;
cuerdas, rejas, ventanas;
ni penumbra, aceite, resina,
opio...
vástago, naúfrago, huérfanos;
salitre, humedad...
No existe la hierba,
nada que no pueda dibujarse en mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario