Al alba me encuentro en desniveles.
Mis pupilas son trozos de argumentos que se quedan como un flash en la retina de la mente.
A veces me pregunto por qué sueño imágenes que luego traslado a las manos. Estas se mueven en gráficas traducidas en enseres, fonemas sumergidos en hilos convertidos en nombres impresos.
Mi palabra es mi sueño.
Soñar, con inmensidades que nunca llegan, pero se sienten al roce de la piel.
Como escamas.
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