viernes, 23 de enero de 2015

PISAR LA MADRUGADA

Piso la madrugada
 como un ladrón de cuerpos
entre los sigilos suaves incandescentes de la noche.
Me refugio en el sortilegio que alumbra la nocturnidad
hecha agua de mayo en plena nube.
Las cloacas infunden una fracción en los deseos,
las manos se hinchan como líquido pudiente
en las borracheras del revolver.
Me encharco a viva luz de cada día,
de cada manera,
de cada muerte, de cada incierto anhelo.
Como las mariposas bajo la charca azul
de las infinitas posibilidades.
Salvajes pintan las cuevas en los mármoles,
el ventrículo es un apacible óbito,
escaño,azotea,
piedra sobre piedra en el motel.
Sortilegio es tu palabra por encima de la mía
anunciando una boca;
sortilegio en los discursos que saben a poco.



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