Hablar de Olimpia Biadillo es hablar de poesía en estado puro.
Ella misma se autodefine:
“Soy la mejor amante del mundo, y amante a la vez, de la
gente que lee, de quien se apasiona con
una línea amorosa de Sor Juana, Huidobro, Vallejo, Neruda y de todos los que
han vivido la locura de hablarse de tú con Dios”.
Ese lenguaje de tu a
tu es lo que caracteriza la poesía de esta mejicana, universal porque comparte
el maravilloso don de fabricar y de hacer realidad fantasías convertidas en
verso.
Pura obsesión de la
palabra. Puro roce en los labios: sonidos, aullidos, voces, griterío. Así son
los versos de Olimpia. El martilleo o el tintineo de la conciencia: sobre el
dolor, la sumisión, la muerte, la abstinencia, represión, Dios....Revisten fragilidad, el alma
descarnada y una enorme complejidad.
Es un viaje para
buscarse a sí misma. Al buscar al poeta, esta también llamándonos para acompañarla,
acunarla. El camino al dolor, es el reconocimiento de la propia culpa, las
miserias.
Acompañémosle al mundo
de nuestros demonios, nuestras esperanzas y nuestra complejidad.
La poesía es la cura para el corazón y la
conciencia.
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