Todo parece como un huracán en el desierto,
ni las manos pueden responderme a mis súplicas,
no puedo decirte nada, lo dejé todo marcado
en las hojas muertas de un poemario.
Los versos se ríen de mi memoria, están secos y a tientas, suspiran
con arrojo de un tulipán,
de un atardecer,
ni es manera de agujerear los techos ante la salvedad de los abrazos.
Una noche cuyo sopor me invita a una copa en el ropero,
una metáfora escapada de ese violín,
de esa partitura que pronuncia sílabas malditas de paisajes
diurnos, flores , tinajas en las madreselvas,
y una escapada sin amor en cuerpos entrelazados en el deseo.
Me es infiel con mi saliva,
es promiscua,
casi tanto como la penuria de dar o pedir a cambio de ninguna moneda.
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